Los paladines de la Reforma(Parte #3)

20121027rotterdam_320_202Erasmo de Rotterdam

“El cuerpo puede estar cubierto con una capucha de monje, pero ¿de qué sirve si la mente viste un traje mundano? En un lugar visible de te arrodillas físicamente, pero nada se logra por ello si en el santuario de tu corazón te mantienes de pie en desafío contra Dios…

Por: Pablo Clase hijo

Erasmo de Rotterdam: en pro del cristianismo auténtico. Sacerdote humanista. Fue partidario de reformar la Iglesia, pero sin abandonar el catolicismo.

“Me gustaría que las Escrituras se tradujeran a todos los idiomas. Me gustaría que el campesino las cantara mientras sigue el arado, que el tejedor las tarareara al son de la lanzadera, que el viajero amenizara la fatiga de su recorrido con sus relatos”.

Erasmo de Rotterdam Desiderio Erasmo sostenía con los reformadores que la Biblia era esencial para vivir un auténtico cristianismo.

Las Escrituras, según él, no tenían el propósito de estar confinadas a las manos del sacerdote. Por eso era partidario de reformar, a través de la palabra de Dios, la Iglesia, aunque él no tenía intención de abandonar el catolicismo.

Solo quería depurarla internamente, devolverle su fe sencilla y primitiva, no derribarla.

Así pensaba el principal y más resplandeciente humanista de su tiempo; poeta, filosofo, teólogo y pedagogo holandés de la transición entre los siglos XV y XVI, que en ningún modo quiso abandonar su fe cristiana.

En efecto, confiaba, a pies juntillas, en una recuperación del cristianismo auténtico.

Posibilidades de éxito
Consideraba posible el cristianismo como un género de vida decente, equilibrado y moderado. Su ideal era una reforma de las costumbres, de la conducta moral de los cristianos. Para el humanista, las doctrinas eran significativas pero no lo fundamental.

La vida recta era mucho más importante que la doctrina ortodoxa, y atacaba a los frailes que, pese a sus conocimientos teológicos, llevaban vidas escandalosas.

Sus ideas le ganaron la admiración de muchos eruditos de Europa que, escandalizados, contemplaban las acciones de los papas del Renacimiento.

Nobles y soberanos se sumaron también a este sueño. Erasmo y sus ideales tenían, al parecer, posibilidades de éxito.

Contra formalismo externo
Erasmo escribió, en 1501, un tratado titulado ‘Manual del soldado cristiano’ sobre la moral y la espiritualidad cristianas. Se dirigía al corazón de los creyentes, subrayando la vida interior auténtica.

A continuación transcribo algunas frases de su contenido: “El cuerpo puede estar cubierto con una capucha de monje, pero ¿de qué sirve si la mente viste un traje mundano? En un lugar visible de te arrodillas físicamente, pero nada se logra por ello si en el santuario de tu corazón te mantienes de pie en desafío contra Dios.

Escuchas la palabra de Dios con tus oídos físicos; escucha más bien en tu interior. Prefiero que aborrezcas tus hábitos viciosos de una vez por todas, verdaderamente y desde adentro, a que los detestes diez veces verbalmente frente a un sacerdote.

Frente a un adversario de acción
Pero la Providencia puso frente a Erasmo, hombre de letras, a un adversario de acción: Martín Lutero. Con este estalló, por fin, la Reforma protestante. Los espíritus exaltados alzaron sus voces. El debate giraba, más que sobre moralidad, sobre teología fundamental. Un hecho revolucionario cambiaría todo el escenario. El orbe cristiano quedará, durante siglos, partido en católicos y protestantes, papistas y luteranos… Erasmo no se adscribe a ninguno de los bandos. Prefiere el papel de conciliador comprensivo situado en el centro. Sí, es cierto, rompió definitivamente con Lutero y los suyos, pero no le prestó su ayuda a los católicos que se oponían a la Reforma.

En otras palabras, no se puso del lado de la Iglesia ni del de la Reforma.